Andrés Oppenheimer: ¡Gracias, Hugo Chávez!
01.12.12 / Redacción
Cuando el municipio de Doral entró en la historia esta semana al
convertirse en la primera ciudad de Florida que elige a un alcalde
venezolano, mi primera reacción fue correr a mi página de Twitter para
difundir la noticia y agregarle un comentario jocoso: ¡Gracias, Hugo!
Así como Florida debería estar eternamente agradecida al dictador cubano
Fidel Castro, por las decenas de miles de profesionales que escaparon a
Miami después de la revolución cubana de 1959, las autoridades de
Florida deberían levantar una estatua al presidente venezolano Hugo
Chávez por haber ahuyentado a una parte de la clase media venezolana que
se ha venido a Florida durante la ultima década.
Se estima que hay alrededor de 244.000 venezolanos viviendo en Estados
Unidos, mas del doble de los 91,000 que vivían en el país en el 2000, un
ano después de que Chávez asumió la presidencia, según cifras de la
Oficina del Censo de Estados Unidos. Doral, en la zona del gran Miami,
tiene la mayor concentración de venezolanos en Estados Unidos, lo que ha
llevado a muchos de sus residentes a llamarla, en broma, “Doralzuela”.
Tal vez más interesante aún, la mayoría de los venezolanos que residen
en Estados Unidos tienen altos niveles de estudios. Entre los residentes
venezolano-estadounidenses entre 25 y 34 años, casi el 57 por ciento
tiene títulos de licenciatura o de maestría, un porcentaje mucho mayor
que el promedio nacional estadounidense, según las cifras del Censo de
2010.
Muchos venezolanos – algunos llegados antes de que Chávez asumiera el
poder en 1999, y otros después – ocupan cargos importantes en las
mejores universidades de Estados Unidos.
Irónicamente, aunque actualmente no hay ni una universidad venezolana
entre las mejores 400 universidades del mundo del ranking del Suplemento
de Educación Superior del Times (THE), un académico venezolano —Rafael
Reif— fue designado hace pocos meses presidente del Instituto de
Tecnología de Massachusetts (MIT), una de las cinco universidades que
encabezan ese ranking mundial. Otros enseñan en Harvard, Columbia y
otras de las mejores universidades del país
El éxodo de decenas de miles de venezolanos de clase media durante los
últimos años también ha sido una bendición para la industria
inmobiliaria de Florida, donde los venezolanos —junto con los brasileros
y los argentinos— han estado entre los principales compradores de
viviendas después de la crisis de 2008.
No es sorprendente que en un artículo reciente del Miami Herald se
citara a Philip Spiegelman, directivo de una firma que vende condominios
en Miami, diciendo que el chiste del momento entre los asistentes a un
congreso inmobiliario celebrado el 15 de noviembre en Miami era que
Chávez debía ser designado “Vendedor del Año”, debido a la enorme
cantidad de venezolanos que han comprado propiedades en Miami en 2012.
En una entrevista telefónica, el nuevo alcalde de Doral, Luigi Boria, me
dijo que los venezolanos constituyen alrededor del 22 por ciento de los
residentes de la ciudad. Boria, dueño de una empresa exportadora de
computadoras, se mudó a Florida en 1989, pero la mayoría de los
residentes venezolanos de Doral han llegado a la ciudad en fechas más
recientes.
“Han venido aquí por la persecución, el miedo y la inseguridad que
sienten en Venezuela”, me dijo Boria. “Y es probable que vengan muchos
más. Mi propio hermano y su familia están hablando con abogados de
inmigración, para poder mudarse aquí”.
Miles de otros venezolanos de clase media se han ido a Panamá, Colombia y
otros países latinoamericanos, donde la diáspora venezolana aumenta
cada día. Hay al menos 97.000 venezolanos viviendo en España, 37.000 en
Italia y 36.000 en Portugal, según la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económico, con sede en París.
En buena parte por la huida de los ejecutivos y los ingenieros
petroleros de Venezuela, la producción de petróleo venezolano se ha
desplomado desde los 3.4 millones de barriles diarios en el momento en
que Chávez asumió la presidencia a alrededor de 2,5 millones en la
actualidad, según estimaciones independientes. De manera semejante a los
que ocurrió con la industria azucarera cubana después de la revolución
de 1959, la industria petrolera de Venezuela ha sido diezmada por la
emigración de profesionales que no han podido ser reemplazados por la
decadencia general de los niveles educativos.
Mi opinión: la fiesta populista de Venezuela —que le ha permitido a
Chávez ser re-electo tras usar la bonanza petrolera del país para dar
subsidios en efectivo a millones de personas, al tiempo que destruyo la
base industrial del país— ha dado lugar a un éxodo masivo que afectará a
Venezuela por muchos años.
Para Venezuela, eso es una tragedia. Pero para Estados Unidos y otros
países que están recibiendo estos grupos de inmigrantes altamente
preparados, es una bendición.
El presidente Obama podría aprovechar la elección de Boria para enviarle a Chávez una calurosa nota de agradecimiento.
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