jueves, 4 de abril de 2013

LA MUJER

Desde el principio de los tiempos, la mujer ha sido, injustamente, poco o nada valorada en su papel dentro de la sociedad y culpada de cuanta catástrofe ha habido en la historia de la humanidad.
No voy a analizar el por qué de esta minimización de ella solo por ser mujer pero veamos unos cuantos ejemplos:
Comenzando por la Biblia donde enseñan una Eva "salida de la costilla de su pareja hombre Adán", tentándolo con una manzana y expulsados, por tal motivo, del paraíso y sentenciándola: "parirás a tus hijos con dolor".
San Clemente de Alejandría, 200 años dC: "Toda mujer debería llenarse de vergüenza  al pensar que es una mujer".
San Cipriano decía que las mujeres "son demonios que nos precipitan en el infierno por las puertas del paraíso".
Boeccio:"La mujer es un templo construído sobe una alcantarilla".
Odo de Cluny: "Abrazar a una mujer es abrazar un saco de estiércol.

                LA MUJER EN LOS LIBROS SAGRADOS




Pero ya en esos tiempos, hubo voces que se levantaron ante tamaña injusticia y me tomo la libertad de transcribir texto de Sor Juana Inés de la Cruz.

(Juana de Asbaje y Ramírez; ¿1648?-1695)


Arguye de inconsecuentes el gusto
y la censura de los hombres que en
las mujeres acusan lo que causa

  Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

   si con ansia sin igual               
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

  Combatís su resistencia,
y luego con gravedad               
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

  Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Tais,                  
y en la posesión, Lucrecia.

  ¿Qué humor puede ser más raro
que el que falta de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?             

  Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

  Opinión ninguna gana,                
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata
y si os admite, es liviana.

  Siempre tan necios andáis
que con desigual nivel                 
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

  ¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende             
y la que es fácil enfada?

  Mas entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos enhorabuena.                   

  Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

  ¿Cuál mayor culpa ha tenido           
en una pasión errada,
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?

  ¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:            
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

  Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis              
o hacedlas cual las buscáis.

  Dejad de solicitar
y después con más razón
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.             

  Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

Hoy también hay voces que se levantan como XahOlg de cuyo poema hago extractos.


 Vengo desde el ayer 
desde el pasado oscuro y olvidado 
con las manos atadas por el tiempo 
con la boca sellada desde épocas remotas. 

Vengo desde la oscuridad, 
del pozo del olvido 
con el silencio a cuestas, 
con el miedo ancestral 
que ha corroído mi alma 
desde el principio de los tiempos.

Vengo de ser esclava por milenios, 
esclava de maneras diferentes: 
sometida al deseo de mi raptor en Persia, 
esclavizada en Grecia bajo el poder romano, 
convertida en vestal en las tierras de Egipto, 
ofrecida a los dioses en ritos milenarios 
vendida en el desierto 
o canjeada como una mercancía. 

Vengo de ser apedreada por adúltera 
en las calles de Jerusalén 
por una turba de hipócritas, 
pecadores de todas las especies 
que clamaban al cielo mi castigo. 

He sido mutilada en muchos pueblos 
para privar mi cuerpo de placeres 
y convertida en animal de carga, 
trabajadora y paridora de la especie. 

Me han violado sin límite
en todos los rincones del planeta
sin que cuente mi edad madura o tierna
o importe mi color o mi estatura.

Debí servir ayer a los señores, 
prestarme a sus deseos, 
entregarme, 
donarme, 
destruirme, 
olvidarme de ser una entre miles. 

He sido barragana de un señor en Castilla, 
esposa de un marqués 
y concubina de un comerciante griego, 
prostituta en Bombay y en Filipinas 
y siempre ha sido igual mi tratamiento. 

Yo no tuve la luz del alfabeto. 

Durante largos siglos  aboné con mis lágrimas 
la tierra que debí cultivar desde mi infancia. 
He recorrido el mundo  en millares de vidas 
que me han sido entregadas una a una . 

Y he conocido a todos los hombres del planeta. 

Yo los conozco a todos, 
estuve cerca de unos y de otros, 
sirviendo cada día, 
recogiendo migajas, 
bajando la cerviz a cada paso, 
cumpliendo con mi karma. 

He recorrido todos los caminos 
he arañado paredes y ensayado silencios 
tratando de cumplir con el mandato 
de ser como ellos quieren 
mas no lo he conseguido. 

Jamás se permitió que yo escogiera 
el rumbo de mi vida. 
He caminado siempre en una disyuntiva 
ser santa o prostituta.  

He conocido el odio de los inquisidores  
que a nombre de la santa madre iglesia 
condenaron mi cuerpo a su servicio  
y a las infames llamas de la hoguera.   

Me han llamado de múltiples maneras:    
bruja, loca, 
adivina, 
pervertida, 
aliada de satán 
esclava de la carne,  
seductora, 
ninfómana, 
culpable de los males de la tierra.  

Pero seguí viviendo, arando, 
cosechando, cosiendo, 
construyendo, cocinando, tejiendo, 
curando, protegiendo, pariendo, 
criando, amamantando, cuidando 
y sobre todo amando. 

He poblado la  tierra de amos y de esclavos, 
de ricos y mendigos, de genios y de idiotas,  
pero todos tuvieron el calor de mi vientre,  
mi sangre y su alimento  
y se llevaron un poco de mi vida. 

Logré sobrevivir a la conquista 
brutal y despiadada de Castilla 
en las tierras de América 
pero perdí mis dioses y mi tierra 
y mi vientre parió gente mestiza 
después que el amo 
me tomó por la fuerza. 

Y en este continente mancillado 
proseguí mi existencia 
cargada de dolores cotidianos, 
negra y esclava en medio de la hacienda 
me vi obligada a recibir al amo 
cuantas veces quisiera 
sin poder expresar ninguna queja. 

Siempre sirviendo a todos, 
convertida en abeja o sementera 
cumpliendo las tareas más ingratas 
moldeada como cántaro por las manos ajenas. 

Y un día me dolí de mis angustias 
un día me cansé de mis trajines, 
abandoné el desierto y el océano, 
bajé de la montaña, 
atravesé las selvas y confines 
y convertí mi voz dulce y tranquila, 
en bocina del viento 
en grito universal y enloquecido. 

Vinieron miles de mujeres juntas 
a escuchar mis arengas, 
se habló de los dolores milenarios, 
de las largas cadenas 
que los siglos nos cargaron a cuestas. 

Y formamos con todas nuestras quejas 
un caudaloso río que empezó a
recorrer el universo de injusticia y el olvido.

El mundo se quedó paralizado 
los hombres y mujeres no caminaron 
se pararon las máquinas, los tornos, 
los grandes edificios y las fábricas 
ministerios y hoteles, talleres y oficinas, 
hospitales y tiendas, hogares y cocinas. 

Las mujeres, por fin, lo descubrimos. 
¡Somos tan poderosas como ellos 
y somos muchas más sobre la tierra! 
¡Más que el silencio y más que el sufrimiento! 
¡Más que la infamia y más que la miseria! 

Que este canto resuene 
en las lejanas tierras de Indochina  
en las arenas cálidas del África,  
en Alaska y América Latina,  
llamando a la igualdad 
entre los géneros 
a construir un mundo solidario  
–distinto, horizontal, sin poderíos a conjugar ternura,  
paz y vida, a beber de la ciencia sin distingos. 

A derrotar el odio y los prejuicios, 
el poder de unos pocos, 
las mezquinas fronteras, 
a amasar con las manos de ambos sexos 
el pan de la existencia. 



Es verdad que hemos sufrido mucho pero hemos tenido también inmensas alegrías que nos han ayudado a seguir el camino trazado. 
Y es que, a pesar de tanto mal recibido, seguimos devolviendo bien por mal y con  la fuerza interior que nos caracteriza logramos convertirnos en el centro de vida del círculo donde nos desenvolvemos.  


POR ESO SOMOS  MUJER



En esta era de Acuario, era femenina de libertad, nos iremos dando cuenta del poder que llevamos en nuestros corazones y lo importante que somos para el universo. Nos quedan 1.950 años para convencernos.

A TODAS MIS RESPETOS
Edurne Garay


Etiquetas: mujer,Era de Acuario,Sor Juana Inés de la Cruz, San Clemente de Alejandría, San Cipriano,Historia de la Humanidad,1950 años,Odo de Cluni,Libros Sagrados, XahOlg,
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